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[Le ordené:] “Toma en tu mano un manojo de hierbas y golpea [simbólicamente] con él a tu esposa, para que no perjures[1]”. Job fue paciente [ante todas las adversidades]. ¡Qué excelente siervo; volvía a Dios en todos sus asuntos y se arrepentía con sinceridad! 1
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