Si no le socorréis [al Mensajero], sabed que Dios [no necesita de vosotros, pues ya] le auxilió aquella vez que los incrédulos le expulsaron [de La Meca], cuando estando en la caverna con su compañero [Abu Bakr]1, le dijo: “No te entristezcas, pues Dios está con nosotros”. Entonces, Dios hizo descender Su sosiego sobre él [Abu Bakr], les socorrió con un ejército [de ángeles] que no veían, y dispuso que la palabra de los incrédulos se desvaneciera, y que la palabra de Dios fuera la que prevaleciera. Dios es Poderoso, Sabio.