Dijo [Jacob]: “¡Hijos míos! No entren todos [a la ciudad] por la misma puerta, mejor ingresen por puertas diferentes[1], pero sepan que no puedo hacer nada contra el designio de Dios, pues Él es Quien decreta todos los asuntos. En Él he depositado mi confianza, y a Él deben encomendarse quienes en Él confían”. 1