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Pero sí seguían lo que recitaban los demonios durante el reinado de Salomón. Sabed que Salomón no cayó en la incredulidad1, sino que fueron los demonios quienes enseñaron a la gente la hechicería y la magia que transmitieron los ángeles Harút y Marút en Babilonia. Ellos no le enseñaban a nadie sin antes advertirle: “Nosotros somos una tentación, no caigáis en la incredulidad”. A pesar de la advertencia, aprendieron de ellos cómo separar al hombre de su esposa, aunque no podían perjudicar a nadie sin el permiso de Dios. Lo que aprendían les perjudicaba y no les beneficiaba. Pero los hijos de Israel sabían que quien practicara la hechicería no tendría éxito en la otra vida. ¡Qué mal vendieron sus almas! Si supierais.
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