Diles [¡Oh, Muhámmad! a los idólatras]: “Invocad a quienes queráis en lugar de Dios, pero sabed que los ídolos no pueden [beneficiar ni perjudicar] ni siquiera en el peso de una partícula, tanto en los cielos como en la Tierra, ni tienen participación alguna [en el poder divino], ni tampoco Él tiene ayudantes de entre ellos”.