Recuerda [¡Oh, Muhámmad!] cuando dijiste [a Zaid Ibn Háriza] a quien Dios había agraciado [con el Islam] y tú habías favorecido [liberándolo de la esclavitud]: “Conserva a tu esposa y teme a Dios”; intentaste ocultar lo que Dios haría manifiesto porque temiste lo que diría la gente, pero Dios es más digno de ser temido. Cuando Zaid termine con el vínculo conyugal1, te la concederé en matrimonio2 para que los creyentes [sepan que] no hay ningún impedimento en casarse con las ex esposas de sus hijos adoptivos3, si es que estos deciden divorciarse de ellas. Era un asunto decidido.