A Zamud1 le envié a su hermano [el profeta] Sálih. Les dijo: “¡Oh, pueblo mío! Adorad a Dios, pues no existe otra divinidad salvo Él. Ésta es la camella de Dios, es un milagro enviado por vuestro Señor, dejadla comer en la tierra de Dios y no le causéis ningún daño, porque si lo hacéis os azotará un castigo doloroso.