٣٧

Recuerda [¡Oh, Mujámmad!] cuando dijiste [a Zaid Ibn Háriza] a quien Dios había agraciado [con el Islam] y tú habías favorecido [liberándolo de la esclavitud]: “Conserva a tu esposa y teme a Dios”; intentaste ocultar lo que Dios haría manifiesto porque temiste lo que diría la gente, pero Dios es más digno de ser temido. Cuando Zaid termine con el vínculo conyugal[1], te la concederé en matrimonio[2] para que los creyentes [sepan que] no hay ningún impedimento en casarse con las exesposas de sus hijos adoptivos[3], si es que estos deciden divorciarse de ellas. Era un asunto decidido. 1
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